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jueves, 31 de marzo de 2016

Virreinato: no sólo despidos y aumentos de tarifas. También contra UNASUR, CELAC y la Universidad de la Defensa Nacional*



La brutal irrupción colonial ortodoxa en nuestros países latinoamericanos, ahora, no solamente produce en el país argentino y producirá en los hermanos “realineamientos administrativos” con el aumento de las tarifas de los servicios públicos, de los precios de los alimentos y con las decenas de miles de despidos.

El “cambio” no es sólo lo que llaman eufemísticamente un sinceramiento de la economía, un “ordenar la basura” de la administración estatal anterior, como afirma Prat Gay, ahora ministro de Economía y antes administrador de fugas de capital.

Calificar lo que sucede ahora en Argentina a retrotraer la situación a una década atrás no es suficiente. Se trata principalmente de destruir una cultura popular de autonomía y justicia social que, en la realidad y hasta ahora, nunca pudo llegar a materializarse absolutamente porque es casi imposible: solamente puede alcanzarse, en la cuestión, una “correlación” de fuerzas relativamente favorable para los países y sus pueblos.

Entre la Dictadura Cívico Empresaria Eclesiástica y Militar que resumió y “perfeccionó” a todas las acciones autoritarias anteriores a 1976, las “gestiones” menemista y delarruista y el virreinato actual se ha procedido siempre a cumplir mandatos imperiales para:

No tener el país y su pueblo:
 Desarrollo social, económico, cultural, científico y tecnológico propio.
Producción industrial calificada. Autonomía energética.
 Dominio sobre el transporte de personas y cargas.
Política inteligente y autónoma sobre Seguridad y Defensa.

Para eso:

Antes de ahora (1955 – 2002):
se liquidó la industria aeronáutica y automotriz, la producción y comercialización de combustibles, la aviación comercial y la flota naviera mercante, la importantísima red ferroviaria y la de telecomunicaciones, todo ello de propiedad nacional, además de boicotearse a la economía y producción cooperativas.

Ahora:
se anula el proyecto satelital ARSAT, se pone en riesgo a YPF, Aerolíneas Argentinas y la recomposición ferroviaria, se restringe la actividad científica y tecnológica que no responda a los intereses corporativos del capitalismo concentrado, se boicotea la política y los compromisos para el desarrollo de la paz entre los pueblos de América y del mundo establecidos por la UNASUR y la CELAC y, también, se desactiva la Universidad de la Defensa Nacional (Undef) creada por ley nacional del año 2014 como pilar para el desarrollo de políticas de Defensa modernas, con conducción política civil, no de agresión sino de mantenimiento de la paz y colaboración humanista entre los países y sus pueblos en los casos de catástrofes.

En la Undef no solamente el personal militar podía obtener una formación intelectual de excelencia sino también los analistas no militares en funciones de administración política de los instrumentos militares, de la investigación tecnológica aplicada a la Defensa, y del desarrollo industrial relacionado.


Nota:
* Lo afirmo porque lo sé. Mi último trabajado rentado como corrector gramatical, erudito y de estilo editorial en publicaciones de las ciencias sociales (con carácter contractual de “Autónomo: jubilado. Ley 24241” y por concurso, es decir, de manera absolutamente legal), fue a mediados de 2015 con el “Libro Blanco de la Defensa”, una publicación de Presidencia de la Nación realizada por el Ministerio de Defensa. Al efecto de mi trabajo lo leí de cabo a rabo, lo conozco, lo tengo en mis archivos digitales, descubrí intromisiones “quinta columna”, avisé, no fui traidor. Sé de lo que hablo, y mi filiación no es kirchnerista ni peronista. La revisión final del libro escapó de mis manos, desconozco las razones, quizá porque para algunos no fui suficientemente confiable. Fui seleccionado para la prestación del servicio solamente presentando mis antecedentes: http://www.gervasioespinosanotas.blogspot.com.ar/2015/06/obras-en-las-que-cuide-textos-durante.html

miércoles, 30 de marzo de 2016

“Golpe a golpe”, por Julio Rudman*



Julio Rudman es un digno periodista y bloguero (http://www.julio-rudman.blogspot.com), un colega y amigo, y está indignado, enojado, muy indignado y enojado y con justa razón, lo acompañamos en su malestar y adherimos a sus expresiones. En su momento aludimos en la red Twitter (@1942Ansinaes) a la bárbara, brutal y cómplice actitud de quienes pretenden borrar en el nombre de los hechos aludidos –la Dictadura Cívico Empresario Eclesiástica y Militar de 1976 a 1983– toda referencia a los mismos que ahora se benefician de los traspiés de los pueblos latinoamericanos que recientemente han ocurrido u puedan ocurrir en lo inmediato: en Venezuela, Argentina y Brasil: la especulación financiera del capitalismo concentrado internacional, los complejos industriales militares y farmacéuticos (meta bala y antibióticos), el narcotráfico a gran escala (no las distribuciones por mayor y menor locales que se dice se van a combatir: “allí… allí, al narco, allí…”), y los mafiosos operadores y sicarios de todo tipo y a comisión que pululan.

En próxima nota “Violencia creciente en ciudades rioplatenses, Montevideo y Buenos Aires. Perspectiva”, abordaremos manifestaciones iniciales de violencia, como la que ahora ocupa a Julio Rudman, y que son coadyuvantes de graves riesgos sociales. G.E.

No, no fue Antonio Machado. Ni Joan Manuel Serrat.

La orden verbal la dio Marcelo Marino, Subgerente Periodístico de LRA1 Radio Nacional, con sede en Maipú 555, C.A.B.A. (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Dijo ser el portavoz de una decisión emanada de Fernando Subirats, el Gerente Periodístico de la emisora. El destinatario se llama Carlos Saglul, en ese momento a cargo del Informativo de rutina.

Según Saglul, miembro del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA) y ex detenido desaparecido durante la dictadura cívico militar eclesiástica que asoló la Argentina entre 1976 y 1983, Marino ingresó al Estudio y le informó que, a partir de ese momento, no se podía nombrar a ese período histórico del país así, sino solamente como "dictadura militar".

Como corresponde a un ser humano con la dignidad en pie el colega denunció el asunto al sindicato y la organización gremial emitió un comunicado en repudio del intento de censura.

Entiendo que, hasta el momento de escribir este textículo1, el episodio no ha sido desmentido ni aclarado por Subirats que, además de periodista es psicólogo social, según figura en su perfil en las redes sociales.

Martínez de Hoz, Cavallo, Melconian, Blaquier, Massot, Mercedes Benz, Macri, Ford, Clarín, Morales Solá, Gómez Fuentes, José María Muñoz, La Nación, Bonamín, Plaza, Tortolo, la Sociedad Rural Argentina, Pío Laghi, Quarracino, Primatesta y siguen las firmas son, según creo, personas y empresas que no utilizaron ni utilizan uniformes militares. Algunos usaron hábitos, habitualmente conocidos como sotanas, otro uniforme. Es decir, ya ni hace falta argumentar demasiado para decir que estos tipos y empresas protagonizaron, de una u otra manera, los asesinatos, torturas, robos de criaturas y desmantelamiento del Estado durante esa época oscura. Algunos murieron, otros están siendo juzgados y hay quien, aún hoy, está ejerciendo cargos en el mismo gobierno de los señores Marino y Subirats. Las empresas mencionadas, bien gracias, gozan de todas las prebendas del mismo sistema perverso que recurrió a los cuarteles y hoy festeja el resultado electoral de noviembre de 2015.

Lo dicho: la orden fue verbal y en la sede central de la Radio Pública. Quien esto escribe es periodista de LRA6 Radio Nacional Mendoza y adhiere al repudio sindical. Pero (ahora sigo en primera persona) no pienso que haya sido sólo un exabrupto del señor gerente, provocado por una indigestión hepática, un conflicto amoroso o una resaca alcohólica. El clima de revancha derechista facilita estos desatinos. Si el ministro nacional del área económica habla de "grasa militante" para referirse a trabajadores estatales y dice que están "acomodando la basura" cuando hace mención a la herencia recibida de la gestión anterior. Si el mismo tipo teme que, alguna vez, llegue a la presidencia de la república un argentino nacido en Santiago del Estero. Si el intendente de Quilmes, el cocinero Martiniano Molina, confunde el centro clandestino de detención "Pozo de Quilmes" con un bache vial. Si se ataca a balazos y se rompen locales partidarios de la oposición y hay robos y destrucción de viviendas de periodistas, como el caso de Marcelo Padilla en Mendoza y si, por una parte desfilan personalidades en los medios públicos instando a "ceder la palabra" y por la otra se prohíbe la mención a la complicidad y aprovechamiento civil, empresarial y religioso durante el genocidio, es que llegamos a esta situación.

Seguiré nombrando al golpe de Estado del 76 y a su consecuencia directa e indirecta como siempre.

Me lo ratificaron ellas, "pequeñitas, revoltosas", las miles de mariposas que sobrevolaron la multitud en Plaza de Mayo el 24 de marzo pasado y se posaron en los pañuelos blancos, en brazos y hombros, en el pecho de Osvaldo Bayer, en el cochecito de cada bebé caminante, en el cabello al viento de las muchachas florecidas.

Si el señor Gerente se anima, que me haga llegar por escrito su decisión. Sabré qué hacer.

Nota:
* Julio Rudman es periodista en la Provincia de Mendoza, Argentina (http://www.julio-rudman.blogspot.com; http://losotrosjudios.com/)
1 “Textículo”, licencia literaria de Julio Rudman cuando un texto alude a una cuestión muy molesta.

martes, 29 de marzo de 2016

Diez cosas que es necesario saber de la situación en Brasil, por Igor Fuser*



ALAI AMLATINA, 28.3.2016

Es necesario saber y avisar a todas y todos, brasileñas y brasileños especialmente, informando de una manera muy clara y objetiva que:

-   I   -
El pedido de destitución de la presidenta Dilma Rousseff no tiene nada que ver con la operación Lava Jato, ni con ninguna otra iniciativa de combate a la corrupción. Dilma no es acusada de robar centavo alguno.  El pretexto utilizado por los políticos de oposición para tratar de desplazarla del gobierno, es el llamado "maquillaje fiscal", es un procedimiento de gestión del presupuesto público de rutina en todos los niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, y fue adoptado en los mandatos de Fernando Henrique Cardoso y Lula sin ningún problema.  Ella, simplemente, puso dinero de la Caixa Econômica Federal en programas sociales, para poder cerrar las cuentas y, al año siguiente, devolvió el dinero a la Caixa.  No obtuvo ningún beneficio personal y ni sus peores enemigos logran acusarla de algún acto de corrupción.

-   II   -
Precisamente por lo explicado el pedido de destitución es un Golpe de Estado, ya que la presidenta sólo puede ser separada si se demuestra que ha cometido un crimen, y ese crimen no ha ocurrido, tanto que, hasta ahora, el nombre de Dilma ha quedado fuera de todas las investigaciones de corrupción, pues no existe contra ella ni la misma la más mínima sospecha.

-   III   -
Al contrario de la presidenta Dilma, los políticos que piden la destitución están más sucios que un palo de gallinero. Eduardo Cunha (PMDB-RJ), quien como Presidente de la Cámara es responsable del proceso de destitución, recibió más de cincuenta y dos millones de reales tan sólo de la corrupción en Petrobras, y es propietario de depósitos millonarios en cuentas secretas en Suiza y en otros paraísos fiscales.  En la comisión de diputados que analizará el pedido de destitución, con 65 integrantes, 37 de estos (¡más de la mitad!) están en la mira de la Justicia, investigados por corrupción. Si logran deponer a la presidenta ellos esperan recibir, a cambio, la impunidad por las estafas cometidas.

-   IV   -
Quien lidera la campaña por la destitución es el PSDB, partido opositor derrotado en las elecciones presidenciales de 2014.  Su candidato, Aecio Neves, pretende alcanzar en el escritorio el resultado político que no fue capaz de obtener en las urnas, irrespetando el voto de 54.499.901 de brasileñas y brasileños que votaron por Dilma (3,4 % más que los votantes de Aecio en la segunda ronda).

-   V   -
Si se consuma el Golpe de Estado, la oposición aplicará todas las propuestas elitistas y autoritarias que Aecio planeaba implementar si hubiese ganado la elección.  El presidente golpista, con toda seguridad: 1) Cambiará la legislación laboral en detrimento de los asalariados, revocará la política de valoración del salario mínimo. 2) Implementará la tercerización de la mano de obra sin restricciones. 3) Entregará las reservas de petróleo “presal” a las corporaciones transnacionales (como defiende el senador José Serra). 4) Privatizará el Banco do Brasil y la Caixa Econômica Federal. 5) Introducirá la educación arancelada en las universidades estatales federales como un primer paso hacia sus privatizaciones. 6) Reprimirá los movimientos sociales y la libertad de expresión en Internet. 7) Expulsará a los cubanos que trabajan en el Programa Más Médicos. 8) Dará luz verde al agribusiness para apropiarse de las tierras indígenas, y 9) Eliminará la política exterior independiente, degradando el Brasil al papel de sirviente de Estados Unidos.

Es todo eso lo que está en juego en la batalla del juicio político, mucho más que el mandato de la presidenta Dilma o el futuro político de Lula.

-   VI   -
 Es un engaño suponer que la economía mejorará después de un eventual cambio en la presidencia de la República. Todos los factores que llevaron al país a la crisis actual continuarán presentes, sumando varios agravantes. La inestabilidad política será la regla. Los líderes de la actual campaña golpista pasarán a luchar entre ellos cuerpo a cuerpo por el poder como pirañas alrededor de un trozo de carne. Y Dilma será reemplazada por un sujeto débil, Michel Temer, más interesados en asegurar su futuro (sin duda una silla en el Tribunal Supremo Federal) y protegerse de las acusaciones de corrupción antes que gobernar efectivamente.  La inflación seguirá aumentando, y el desempleo también.

-   VII   -
En el plano político Brasil se sumergió en un período caótico, de fuerte inestabilidad.  El derrocamiento de una presidenta electa, sacramentada por el voto, llevará al país a que, por primera vez desde el fin del régimen militar, al frente del Ejecutivo estará un mandatario ilegítimo, rechazado por una gran parte de la sociedad.

-   VIII   -
El conflicto dará la tónica de la vida social. Las tendencias fascistas, comprometidas con el Golpe, se van a sentir liberadas para poner en práctica sus impulsos violentos, expresados simbólicamente en las imágenes de muñecos colgados como ahorcados mostrando la gorra del MST o la estrella del PT y, de una forma más concreta, en las invasiones y ataques contra sindicatos y partidos políticos, y en los ataques salvajes a personas cuyo único delito es vestir una camisa de color rojo. El líder de esta corriente de extrema derecha, el diputado Jair Bolsonaro, ya defendió abiertamente, en una de las manifestaciones a favor del juicio político, que cada hacendado cargue consigo un rifle para matar militantes del MST.

-   IX   -
Los sindicatos y los movimientos sociales no se quedarán con los  brazos cruzados ante la truculencia de la derecha y la probable ofensiva de un nuevo gobierno y las patronales contra los derechos sociales conquistados durante las últimas dos décadas. Van a resistir por todos los medios: huelgas, ocupaciones de tierras, bloqueos de carreteras, toma de edificios, y mucho más. Brasil se tornará un país desgarrado por culpa de la irresponsabilidad y la ambición desmedida de media docena de políticos incapaces de llegar al poder por el voto popular.  Eso es lo que nos espera si el Golpe de Estado contra la presidenta Dilma se consuma.

-   X   -
Pero eso no sucederá.  La movilización de la ciudadanía en defensa de la legalidad y de la democracia está creciendo, con la adhesión de más y más personas y movimientos, independientemente de sus filiaciones políticas, creencias religiosas y de si apoyan o no la política oficial.  La opinión de cada uno de nosotros sobre el PT o el gobierno de Dilma ya no es lo que importa.  Están en juego la democracia, el respeto al resultado de las urnas y la norma constitucional que prohíbe la aplicación de un juicio político sin la existencia de un delito que justifique esta medida extrema.  Más y más brasileñas y brasileños están percibiendo esto y saliendo a las calles contra los golpistas. Este 31 de marzo la resistencia democrática trabará una batalla decisiva.

Es esencial la participación de todos en cada rincón de Brasil. Es preciso que todos salgamos a las calles en defensa de la legalidad, de la Constitución y de los derechos sociales. ¡Todos juntos! ¡El fascismo no pasará! ¡No va haber Golpe!


Nota:
* Igor Fuser es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Federal de ABC (UFABC), Santo André, San Pablo. La traducción del texto del portugués al castellano con el título “10 cosas que todo Brasil necesita saber” fue realizada por ALAI, y editado por nosotros de acuerdo al estilo de este blog. G.E.

URL del artículo original: http://www.alainet.org/es/articulo/176376

lunes, 28 de marzo de 2016

“Ilusiones progresistas devoradas por la crisis. América Latina a la hora del lumpencapitalismo”, por Jorge Beinstein*







«Si el progresismo fue la superación fracasada del fracaso neoliberal, este neofascismo subdesarrollado exacerba ambos fracasos inaugurando una era de duración incierta de contracción económica y desintegración social. Basta ver lo ocurrido en Argentina con la llegada de Macri a la presidencia: en unas pocas semanas el país pasó de un crecimiento débil a una recesión que se va agravando rápidamente producto de un gigantesco pillaje, no es difícil imaginar lo que puede ocurrir en Brasil o en Venezuela que ya están en recesión si la derecha conquista el poder político.», afirma Jorge Beinstein en un párrafo del meduloso análisis del que es autor y ahora presentamos.

La afirmación es dura, sin duda tajante, y puede inducir resentimientos en lectores emotivamente sensibilizados por los avatares políticos. Así todo el análisis de Beinstein es preciso y ajustado a un cuadro internacional sumamente complejo y, a la vez, promisorio para los pueblos según la manera como estos actúen políticamente.

En enero de 1999, con dos años de anterioridad a la gran fuga de capitales y crisis argentina de 2001-2002 y casi una década del desbarranque internacional de 2008, presentó en el Primer Encuentro Internacional sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, en La Habana, su ponencia “La declinación de la economía global: de la postergación global de la crisis a la crisis general de la globalización”. Una publicación en papel de entonces en la periferia suburbana de Buenos Aires, Blanco y Negro, antecedente de este blog, fue la primera edición gráfica en Argentina de esa ponencia, simultánea con la publicación digital que hiciera El economista de Cuba, desde la capital de la nación caribeña. Ahora puede leerse ese extenso y documentado artículo en http://usuarios.advance.com.ar/cepros/declinaecono.htm. ¡Buena lectura! G.E.
    

La coyuntura global está marcada por una crisis deflacionaria motorizada por las grandes potencias. La caída de los precios de las commodities, cuyo aspecto más llamativo fue desde mediados del 2014 la de las cotizaciones del petróleo, descubre el desinfle de la demanda internacional mientras tanto se estanca la ola financiera, muleta estratégica del sistema durante las últimas cuatro décadas. La crisis de la llamada “financierización” de la economía mundial va ingresando de manera zigzagueante en una zona de depresión, las principales economías capitalistas tradicionales crecen poco o nada1 y China se desacelera rápidamente.  Frente a ello Occidente despliega su último recurso: el aparato de intervención militar integrando componentes armadas profesionales y mercenarias, mediáticas y mafiosas articuladas como “Guerra de Cuarta Generación” destinada a destruir sociedades periféricas para convertirlas en zonas de saqueos. Es la radicalización de un fenómeno de larga duración de decadencia sistémica donde el parasitismo financiero y militar se fue convirtiendo en el centro hegemónico de Occidente.

No presenciamos la “recomposición” política-económica-militar del sistema como lo fue la reconversión keynesiana (militarizada) de los años 1940 y 1950 sino su degradación general. La mutación parasitaria del capitalismo lo convierte en un sistema de destrucción de fuerzas productivas, del medio ambiente, y de estructuras institucionales donde las viejas burguesías se van transformando en círculos de bandidos, novedoso encumbramiento planetario de lumpemburguesías centrales y periféricas.      

La declinación del progresismo

Inmersa en este mundo se despliega la coyuntura latinoamericana en la que convergen dos hechos notables: la declinación de las experiencias progresistas y la prolongada degradación del neoliberalismo que las precedió y acompaño desde países que no entraron en esa corriente de la que ahora ese neoliberalismo degradado aparece como el sucesor.

Los progresismos latinoamericanos se instalaron sobre la base de desgastes y en ciertos casos de crisis de los regímenes neoliberales, y cuando llegaron al gobierno los buenos precios internacionales de las materias primas sumados a políticas de expansión de sus mercados internos les permitieron recomponer la gobernabilidad.

El ascenso progresista se apoyó en dos impotencias; la de la derechas que no podían asegurar la gobernabilidad, colapsadas en algunos casos (Bolivia en 2005, Argentina en 2001-2002, Ecuador en 2006, Venezuela en 1998) o sumamente deterioradas en otros (Brasil, Uruguay, Paraguay) y la impotencia de las bases populares que derrocaron gobiernos, desgastaron regímenes pero que incluso en los procesos más radicalizados no pudieron imponer revoluciones, transformaciones que fueran más allá de la reproducción de las estructuras de dominación existentes.

En los casos de Bolivia y Venezuela los discursos revolucionarios acompañaron prácticas reformistas plagadas de contradicciones, se anunciaban grandes transformaciones pero las iniciativas se embrollaban en infinitas idas y venidas, amagos, desaceleraciones “realistas” y otras astucias que expresaban el temor profundo a saltar las vallas del capitalismo. Ello no solo posibilitó la recomposición de las derechas sino también la proliferación a nivel estatal de podredumbres de todo tipo, grandes corrupciones y pequeñas corruptelas.

Venezuela aparece como el caso más evidente de mezcla de discurso revolucionario, desorden operativo, transformaciones a medio camino y auto-bloqueo ideológico conservador. No se consiguió encaminar la transición revolucionaria proclamada (más bien todo lo contrario) aunque sí se logró hacer caótico el funcionamiento de un capitalismo estigmatizado pero de pié, y obviamente Estados Unidos promueve y aprovecha esa situación para avanzar en su estrategia de reconquista del país. El resultado es una recesión cada vez más grave, una inflación descontrolada, importaciones fraudulentas masivas que agravan la escasez de productos y la evasión de divisas que marcan a una economía en crisis aguda.2

En Brasil el zigzagueo entre un neoliberalismo “social” y un keynesianismo light casi irreconocible fue reduciendo el espacio de poder de un progresismo que desbordaba fanfarronería “realista” (incluida su astuta aceptación de la hegemonía de los grupos económicos dominantes). La dependencia de las exportaciones de commodities y el sometimiento a un sistema financiero local en manos transnacionales terminaron por bloquear la expansión económica. Finalmente, la combinación de la caída de precios internacionales de las materias primas y la exacerbación del pillaje financiero precipitaron una recesión que generó la crisis política sobre la que empezaron a cabalgar los promotores de un “golpe blando” ejecutado por la derecha local y monitoreado por Estados Unidos.

En Argentina el “golpe blando” se produjo protegido por una máscara electoral forjada por una manipulación mediática desmesurada, el progresismo kirchnerista en su última etapa había conseguido evitar la recesión aunque con un crecimiento económico anémico sostenido por un fomento del mercado interno respetuoso del poder económico. También fue respetada la mafia judicial que junto a la mafia mediática lo acosaron hasta desplazarlo políticamente en medio de una ola de histeria reaccionaria de las clases altas y del grueso de las clases medias.

En Bolivia, Evo Morales sufrió su primera derrota política significativa en el referéndum sobre reelección presidencial. Su llegada al gobierno marcó el ascenso de las bases sociales sumergidas por el viejo sistema racista colonial, pero la mezcla híbrida de proclamas antiimperialistas, poscapitalistas e indigenistas con la persistencia de un modelo de extracción minera intensiva que deteriora al ambiente y a las comunidades rurales –el llamado “extractivismo”–, y del burocratismo estatal generador de corrupción y autoritarismo que terminaron por diluir el discurso de “socialismo comunitario”. Quedó así abierto el espacio para la recomposición de las elites económicas y la movilización revanchista de las clases altas y su séquito de clases medias penetrando en un vasto abanico social desconcertado.           

Ahora, las derechas latinoamericanas van ocupando las posiciones perdidas y consolidan las preservadas, pero ya no son aquellas viejas camarillas neoliberales optimistas de los años 1990, han ido mutando a través de un complejo proceso económico, social y cultural que las ha convertido en componentes de lumpemburguesías nihilistas embarcadas en la ola global del capitalismo parasitario.

Grupos industriales o de agrobusiness fueron combinando sus inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando  por fraudes comerciales o fiscales y otros emprendimientos turbios) convergiendo con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior como la ya referida “megaminería” o las rapiñas financieras.

Dicha mutación tiene lejanos antecedentes locales y globales, variantes nacionales y dinámicas específicas, pero todas tienden hacia una configuración basada en el predominio de elites económicas sesgadas por la “cultura financiera-depredadora” (cortoplacismo, desarraigo territorial, eliminación de fronteras entre legalidad e ilegalidad, manipulación de redes de negocios con una visión más próxima al video-juego que a la gestión productiva y otras características propias del globalismo mafioso) que disponen del  control mediático como instrumento esencial de dominación rodeándose de satélites políticos, judiciales, sindicales, policiales, militares, etc.      

¿Restauraciones conservadoras o instauración de neofascismos coloniales?

Por lo general el progresismo califica a sus derrotas o amenazas de derrotas como victorias o peligros de regreso del pasado neoliberal, también suele utilizarse el término “restauración conservadora”, pero ocurre que estos fenómenos son sumamente innovadores, tienen muy poco de “conservadores”. Cuando evaluamos a personajes como Aecio Neves, Mauricio Macri o Henrique Capriles no encontramos a jefes autoritarios de elites oligárquicas estables sino a personajes completamente inescrupulosos, sumamente ignorantes de las tradiciones burguesas de sus países (incluso en ciertos casos con miradas despreciativas hacia las mismas), una suerte de mafiosos entre primitivos y posmodernos que aparecen encabezando políticamente a grupos de negocios cuya norma principal es la de no respetar ninguna norma (en la medida de lo posible).

Otro aspecto importante de la coyuntura es el de la irrupción de movilizaciones ultra-reaccionarias de gran dimensión en las que ocupan un lugar central las clases medias. Los gobiernos progresistas suponían que la bonanza económica facilitaría la captura política de esos sectores sociales, pero ocurrió lo contrario: las capas medias se derechizaban mientras ascendían económicamente, miraban con desprecio a los de abajo y asumían como propios los delirios neofascistas de los de arriba. El fenómeno sincroniza con tendencias neofascistas ascendentes en Occidente, desde Ucrania hasta los Estados Unidos pasando por Alemania, Francia, Hungría, etc., expresión cultural del neoliberalismo decadente, pesimista, de un capitalismo nihilista ingresando en su etapa de reproducción ampliada negativa donde el apartheid aparece como la tabla de salvación.

Pero este neofascismo latinoamericano incluye también la reaparición de viejas raíces racistas y segregacionistas que habían quedado tapadas por las crisis de gobernabilidad de los gobiernos neoliberales, la irrupción de protestas populares y las primaveras progresistas. Sobrevivieron a la tempestad y en varios casos resurgieron incluso antes del comienzo de la declinación del progresismo como, en Argentina, el egoísmo social de la época de Menem o el gorilismo racista anterior, en Bolivia el desprecio al indio y, en casi todos los casos, recuperando restos del anticomunismo de la época de la Guerra Fría. Supervivencias del pasado, latencias siniestras ahora mezcladas con las nuevas modas.

Una observación importante es que el fenómeno asume características de tipo “contrarrevolucionario”, apuntando hacia una política de tierra arrasada, de extirpación  del enemigo progresista. Es lo que se ve actualmente en Argentina o lo que promete la derecha en Venezuela o Brasil, la blandura del contrincante, sus miedos y vacilaciones excitan la ferocidad reaccionaria. Refiriéndose a la victoria del fascismo en Italia, Ignazio Silone la definía como una contrarrevolución que había operado de manera preventiva contra una amenaza revolucionaria inexistente.3 Esa no existencia real de amenaza o de proceso revolucionario en marcha, de avalancha popular contra estructuras decisivas del sistema desmoronándose o quebradas, envalentona (otorga sensación de impunidad) a las elites y su base social.

La marea contrarrevolucionaria es uno de los resultados posibles de la descomposición del sistema imponiendo de manera exitosa en algunos casos del pasado proyectos de recomposición elitista, en el caso latinoamericano expresa descomposición capitalista sin recomposición a la vista.

Si el progresismo fue la superación fracasada del fracaso neoliberal, este neofascismo subdesarrollado exacerba ambos fracasos inaugurando una era de duración incierta de contracción económica y desintegración social. Basta ver lo ocurrido en Argentina con la llegada de Macri a la presidencia: en unas pocas semanas el país pasó de un crecimiento débil a una recesión que se va agravando rápidamente producto de un gigantesco pillaje, no es difícil imaginar lo que puede ocurrir en Brasil o en Venezuela que ya están en recesión si la derecha conquista el poder político.   

La caída de los precios de las commodities y su creciente volatilidad, que la prolongación de la crisis global seguramente agravará, han sido causas importantes del fracaso progresista y aparecen como bloqueos irreversibles de los proyectos de reconversión elitista-exportadora medianamente estables. Las victorias derechistas tienden a instaurar economías funcionando a baja intensidad, con mercados internos contraídos e inestables, eso significa que la supervivencia de esos sistemas de poder dependerá de factores que las mafias gobernantes pretenderán controlar. En primer término el descontento de la mayor parte de la población, aplicando para ello dosis variables de represión, legal e ilegal, embrutecimiento mediático, corrupción de dirigentes y degradación moral de las clases bajas. Se trata de instrumentos que la propia crisis y la combatividad popular pueden inutilizar, en ese caso el fantasma de la revuelta social puede convertirse en amenaza real.

La estrategia imperial

Los Estados Unidos desarrollan una estrategia de reconquista de América Latina aplicándola tanto de manera sistemática como flexible. El golpe blando en Honduras fue el puntapié inicial al que le siguió el golpe en Paraguay y un conjunto de acciones desestabilizadoras, algunas muy agresivas, de variado éxito que fueron avanzando al ritmo de las urgencias imperiales y del desgaste de los gobiernos progresistas. En varios casos las agresiones más o menos abiertas o intensas se combinaron con buenos modales que intentaban vencer sin violencias militar o económica, o  sumando a dosis menores de las mismas otras operaciones domesticadoras. Donde no funcionaba eficazmente la agresión empezó a ser practicado el ablande moral, se implementaron paquetes persuasivos de configuración variable combinando penetración, cooptación, presión, premios y otras formas retorcidas de ataque psicológico-político.

El resultado de ese despliegue complejo es una situación paradojal: mientras Estados Unidos retrocede en términos económicos y geopolíticos a nivel global, va reconquistando paso a paso su patio trasero latinoamericano. La caída de Argentina ha sido para el Imperio una victoria de gran importancia trabajada durante mucho tiempo, a lo que es necesario agregar tres maniobras decisivas de su juego regional: el sometimiento de Brasil, el fin del gobierno chavista en Venezuela y la rendición negociada de la insurgencia colombiana. Cada uno de estos objetivos tiene un significado especial:

La victoria imperialista en Brasil cambiaría dramáticamente el escenario regional y produciría un impacto negativo de gran envergadura al bloque BRICS afectando a sus dos enemigos estratégicos globales: China y Rusia. La victoria en Venezuela no solo le otorgaría el control de 20 % de las reservas petrolíferas del planeta (la mayor reserva mundial) sino que tendría un efecto dominó sobre otros gobiernos de la región como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, y perjudicaría a Cuba sobre la que Estados Unidos está desplegando una suerte de abrazo de oso.

Finalmente, la extinción de la insurgencia colombiana además de despejar el principal obstáculo al saqueo de ese país le dejaría las manos libres a sus fuerzas armadas para eventuales intervenciones en Venezuela. Desde el punto de vista estratégico regional el fin de la guerrilla colombiana sacaría del escenario a una poderosa fuerza combatiente que podría llegar a operar como un mega-multiplicador de insurgencias en una región en crisis donde la generalización de gobiernos mafioso-derechistas agravará la descomposición de sus sociedades. Se trata tal vez de la mayor amenaza estratégica a la dominación imperial, de un enorme peligro revolucionario continental, es precisamente esa dimensión latinoamericana del tema lo que ocultan los medios de comunicación dominantes.

Decadencia sistémica y perspectivas populares

Más allá de la curiosa paradoja de un imperio decadente reconquistando su retaguardia territorial, desde el punto de vista de la coyuntura global, de la decadencia sistémica del capitalismo, la generalización de gobiernos pro-norteamericanos en América Latina puede ser interpretada superficialmente como una gran victoria geopolítica de Estados Unidos, aunque si profundizamos el análisis e introducimos, por ejemplo, el tema del  agravamiento de la crisis impulsada por esos gobiernos, tenderíamos a interpretar al fenómeno como expresión específica regional de la decadencia del sistema global.

El alejamiento del estorbo progresista puede llegar a generar problemas mayores a la dominación imperial, si bien las inclusiones sociales y los cambios económicos realizados por el progresismo fueron insuficientes, embrollados, estuvieron impregnados de limitaciones burguesas y si su autonomía en materia de política internacional tuvo una audacia restringida lo cierto es que su recorrido ha dejado huellas, experiencias sociales , dignificaciones (suprimidas por la derecha) que será muy difícil extirpar y que en consecuencia pueden llegar a convertirse en aportes significativos a futuros (y no tan lejanos) desbordes populares radicalizados.

La ilusión progresista de humanización del sistema, de realización de reformas “sensatas” dentro de los marcos institucionales existentes, puede pasar de la decepción inicial a una reflexión social profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y de los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o temprano en huracán revolucionario, no porque el progresismo como tal evolucione hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular superadora desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse cada vez más.

En ese sentido podemos entender uno de los significados de la revolución cubana que luego se extendió como ola anticapitalista en América Latina, como superación crítica de los reformismos nacionalistas democratizadores fracasados (como el varguismo en Brasil, el nacionalismo revolucionario en Bolivia, el primer peronismo en Argentina o el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala). La memoria popular no puede ser extirpada, puede llegar a hundirse en una suerte de clandestinidad cultural, en una latencia subterránea digerida misteriosamente, pensada por los de abajo y subestimada por los de arriba, para reaparecer como presente cuando las circunstancias lo requieran, renovada, implacable.


Notas:
* Jorge Beinstein (69), argentino, es un trabajador intelectual marxista Doctor de Estado en Economía por la Universidad de Franche-Comté, en Besançon, Francia, especialista en pronósticos económicos. Es investigador-docente y dicta las cátedras “Globalización y Crisis” en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad Nacional de Córdoba (ambas de Argentina), y en la Universidad de La Habana (Cuba). Beinstein es consultor de organismos internacionales, organizaciones sociales y políticas y de gobiernos, dirige programas de investigación y ha sido titular de cátedras de economía internacional y prospectiva tanto en Europa como en América Latina. Ha colaborado y colabora con muchas publicaciones y sus artículos están compendiados en http://beinstein.lahaine.org/

1 Si consideramos el último lustro (2010-2014) el crecimiento promedio real de la economía de Japón ha sido del orden del 1,5 %, la de Estados Unidos 2,2 % y la de Alemania 2 % (Fuente: Banco Mundial).
2 Un buen ejemplo es el de la “importación” de fármacos donde empresas multinacionales como Pfizer, Merck y P&G hacen fabulosos negocios ilegales ante un gobierno “socialista” que les suministra dólares a precios preferenciales. Con un juego de sobrefacturaciones, sobreprecios e importaciones inexistentes las empresas farmacéuticas habían importado en 2003 unas 222 mil toneladas de productos por los que pagaron 434 millones de dólares (unos 2 mil dólares por tonelada), en 2010 las importaciones bajaron a 56 mil toneladas y se pagaron 3410 millones de dólares (60 mil dólares la tonelada) y en 2014 las importaciones descendieron aún más a 28 mil toneladas y se pagaron 2400 millones de dólares (un poco menos de 87 mil dólares la tonelada). Como bien lo señala Manuel Sutherland de cuyo estudio extraigo esa información: “lejos de plantearse la creación de una gran empresa estatal de producción de fármacos, el gobierno prefiere darles divisas preferenciales a importadores fraudulentos, o confiar en burócratas que realizan importaciones bajo la mayor opacidad”. Manuel Sutherland, “2016: La peor de las crisis económicas, causas, medidas y crónica de una ruina anunciada”, CIFO, Caracas 2016.
3 Ignazio Silone, L'École des dictateurs, Collection Du monde entier, Gallimard, París 1964.