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martes, 9 de agosto de 2016

Roberto “Tito” Cossa, dramaturgo argentino de prestigio internacional. No es casualidad…



No es casualidad. El mismo día cuando en la contratapa del diario Página|12 publica Tito Cossa “Otro caso de prepotencia policial”, también nos enteramos que el “gobierno” de Mauricio Macri (intermediando en la decisión sus “ministros” y otros jerarcas, obviamente) dispuso nombrar como jefe de “seguridad” en la Empresa Ferrocarriles Argentinos a un hijo del represor de la Dictadura Cívico Militar de 1976 a 1983, Ibérico Saint Jean, delegado de la entente como “gobernador” de la Provincia de Buenos Aires hasta 1981.

A la lista introductoria podríamos agregar las torpes intimidaciones recientes a Hebe de Bonafini, el brutal allanamiento “clandestino” al domicilio de la periodista Cynthia García, el encarcelamiento de Milagro Sala, en Jujuy, y la detención de jóvenes que pintaban un mural en Córdoba reclamando la liberación de la dirigente jujeña, etc. etc.

Nadie tiene responsabilidad jurídica porque su padre u otros parientes hayan sido autores de asesinatos, pero… Cuando en 2012 murió el padre de Alejandro Saint Jean –ahora nombrado en Ferrocarriles Argentinos–, otra agencia periodística oficial Télam (no la que ahora tiene de columnista a Domingo Felipe Cavallo), publicó:

Jorge Rafael Videla e Ibérico Saint Jean


"Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos" […].

Lejos de resultar un eufemismo, la frase dicha durante una cena de oficiales [en 1977] por quien fuera gobernador de facto de la provincia de Buenos Aires entre el 8 de abril de 1976 y el 28 de marzo de 1981, definió la matriz del aparato represivo que operó durante esa época, ratificado con el nombramiento del genocida Ramón Camps a cargo de la jefatura de la Policía bonaerense.

Bajo su mando, operó uno de los más siniestros circuitos del terrorismo de Estado, con numerosos centros clandestinos de detención y exterminio como "Coti Martínez", "Arana", "Pozo de Quilmes", "Pozo de Banfield", la Brigada de Investigaciones de la Plata y la Comisaría Quinta, conocidos bajo el nombre de Circuito Camps.1

Juan Manuel Boetti Bidegain –nieto de Oscar Bidegain, gobernador electo de la Provincia de Buenos Aires durante los gobiernos nacionales de Héctor Cámpora y Juan Domingo Perón (1973-1974) –, es el autor de la nota de opinión “Herencia política, ¿mochila o bandera?”2 que publica también hoy el mismo diario Página|12 de la contratapa de Cossa. Otras notas referidas al tema pueden verse en distintos medios de prensa, por caso en Perfil, diario al que Alejandro Saint Jean manifestó: “Mi padre está muerto. Es un tema en el que no tengo nada que ver. Es un tema personal. No voy a emitir ninguna opinión”. 3

Saint Jean ahora designado en Ferrocarriles Argentinos hace treinta y cinco años que se desempeña en actividades de seguridad empresaria, habiéndolo hecho en los  supermercados Disco, en McDonald’s y en el grupo empresario Camargo Correa, y si bien no tuvo carrera militar como su padre o su tío Alfredo Oscar Saint Jean –Secretario General del Ejército y Ministro del Interior de Galtieri–, egresó del Colegio Militar de la Nación con el grado de teniente. Un hermano, refiere Boetti Bidegain en su artículo, «Ricardo Saint Jean es un activo militante en favor de la libertad de los represores condenados por delitos de lesa humanidad».

¿Su herencia cultural será mochila o bandera de ahora en más? Como es sumamente previsible reforzará criterios y medios de “apriete” como el que se empleó hace unos meses en un tren de la línea Mitre, cuando se obligó a bajar a un hombre mayor que portaba una pancarta con texto crítico hacia el “gobierno”.4  


“Otro caso de prepotencia policial”, por Roberto (Tito) Cossa
(http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-306330-2016-08-09.html)


Acabo de recibir por correo electrónico una denuncia de otro caso de prepotencia policial. El protagonista de este episodio es un amigo mío, persona irreprochable, que asegura la veracidad del hecho. El protagonista me pidió que omitiera su nombre pero me permitió darlo a publicidad. Aclaro que no se trata de un pibe con pinta de “villero”. Es un hombre de más de cuarenta años, rubio, típico representante de la clase media. Este es el hecho:

“Hace unos día necesitaba retirar dinero de un cajero automático. Era un día lunes. Fui a un banco del Barrio Norte a eso de las 13, por si tardaban en reponer la plata que la gente sacó el fin de semana. El primer banco sin plata; el segundo, lo mismo; y el tercero, y el cuarto. Cuando salgo del sexto banco sin sacar un solo peso, lanzo en voz alta toda mi impotencia: ‘Bancos hijos de puta y la puta que los parió’.

Para mi sorpresa, el policía de la Federal que estaba en la puerta y hacía su adicional custodiando la sucursal, me grita: ‘Cuidado con lo que dice, que puedo llevarlo detenido’. Tardo en reaccionar, pero finalmente le pregunto: ‘¿Llevarme detenido? ¿Por qué? ¿Qué hice? Ni siquiera le hablé a usted’. ‘Está haciendo un disturbio en el banco que yo custodio’, me dice. ‘¿Qué? ¿Disturbio? No le hablé ni a usted ni al banco. Me expresé en la vía pública’, le respondo. ‘Usted insultó al banco. Eso no puede hacerlo y ahora se está rebelando a la autoridad. Lo puedo detener ya mismo, así que cállese la boca’, siguió. ‘Estoy haciendo uso de mi libertad de expresión’, sentencié y el tipo casi se me vino al humo con un ‘vení a explicarme lo de la libertad de expresión a la comisaría’.

Finalmente y a resguardo del taxi que ya había hecho detener, me animé a decirle: ‘En la crisis del 2001 cuando se quedaban con los ahorros de la gente, no te vi a vos ni a los tuyos pararse a defender la puerta de los bancos como hacés ahora’.

Subí al taxi. No escuché lo que me contestó, pero hasta creo haber visto que llevaba su mano al revolver que cargaba en su cintura.”


Notas:

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