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domingo, 29 de marzo de 2015

Nisman, Natalio Alberto (5.12.1963 – 18.1.2015). Remate y remolino



De este Nisman vienen apareciendo las evidencias, desde hace rato presumidas, de que fue delincuente, traficante y estafador en cosas del dinero y los conceptos, en definitiva un pobre tipo aunque no tan cruel consigo mismo como lo fue con la sociedad toda, con el país. Fue, Nisman, un fiel ejemplar de la clase media argentina proveniente de familias inmigrantes de fines del siglo XIX e inicios del XX, que hizo, él, se dice, una brillante carrera universitaria aprobando como estudiante libre, sin cursarlas, mientras se desempeñaba en escalafones auxiliares de la Justicia porteña, la mitad de las materias de la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Aspiraba ser juez federal y se inició en el ministerio público fiscal alrededor de sus treinta años. Cuando tuvo treinta y cuatro fue convocado por los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia que actuaban en la causa AMIA y luego fueron apartados presumiéndose sus responsabilidades en irregularidades en la misma. Joven “brillante” como tantos otros que han frustrado al pueblo argentino y seguramente ya amante de los lujos, Néstor Kirchner habría intercedido para su ascenso en la investigación AMIA, poniéndolo en contacto con el múltiple espía Stiusso.



El periodista Santiago O’Donnell, autor de ArgenLeaks, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2011, entre otras cosas manifestó en un reportaje en radio América, también de Buenos Aires, y que parcialmente recogió y difundió la agencia Télam el 15 de enero de 2015, tres días antes de la muerte de Natalio Alberto Nisman:



«Los cables demuestran que no actuó con independencia de la Embajada de Estados Unidos», sostuvo el autor de ArgenLeaks y PolitLeaks [libros] donde publicó, entre otros, los cables referidos a la investigación llevada adelante por Nisman y a su relación con la embajada norteamericana.
 

«Anticipaba a la Embajada lo que iba a hacer y la Embajada le decía lo que tenía que hacer», afirmó el periodista en declaraciones a radio América, al agregar que (a Nisman) le decían que no podía investigar la pista siria ni la conexión local porque eso iba a distraer, y daban como culpables a los iraníes.
 

Como anécdota, relató que «en una oportunidad Nisman olvidó avisar que pensaba pedir la detención del ex presidente Carlos Menem y que por ese olvido lo retaron muchísimo», al punto que en tres cables [aparece que] el fiscal «pide perdón y promete que no lo va a volver a hacer».
 

El periodista precisó que luego de publicar ArgenLeaks, fue citado por el fiscal Nisman quien le reconoció que la información que recibía provenía de Jaime Stiusso, quien fuera director general de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia, removido de su cargo en diciembre pasado.
 

«Me decía que toda la información se la pasaba Stiusso porque era el que tenía contacto con los servicios secretos de Estados Unidos y de Israel», contó O'Donnell al referise a la CIA y al Mossad, y agregó: «decía que Stiusso le traía la información en crudo y él veía lo que podía corroborar».
 

Los cables, que se pueden consultar en el sitio cablegatesearch.net, fueron reconocidos por el Gobierno de los Estados Unidos, aunque, dijo O'Donnell, «el único en el mundo que los desmintió fue Sergio Massa», candidato a presidente del Frente Renovador.
 

«Nunca nadie los desmintió porque son documentos oficiales que hasta la propia embajadora en Argentina en ese momento, Vilma Martínez, los reconoció. Hasta Hillary Clinton (ex secretaria de Estado) tuvo que pedir perdón por las cosas que decía a los gobiernos», afirmó O'Donnell.1





En la edición del diario Página/12 de este domingo 29 de marzo, los periodistas Raúl Kollman y Horacio Verbitsky publican dos notas que conviene leer. Respectivamente, una es “El efectivo y las cajas”2 y la otra “La paja y el trigo”3



Vamos a insistir una vez más. La condición de clase de una persona no es esencialmente dada por su disponibilidad de dinero y otros recursos ni por el empleo que se hace de estos, sino por su ubicación en los procesos de explotación social. Trabajadores altamente especializados tienen mayores ingresos que testaferros o guardaespaldas de mafiosos de medio pelo. Esos trabajadores son productores, obran, son obreros. Los mafiosos son tan explotadores como los capitalistas, y sus asistentes son meros sicarios, lúmpenes, desclasados, o escoria social.



La única clase auténticamente productora, progresista, transformadora y con capacidad revolucionaria es la obrera, en tanto concreta productora social. En esa producción cabe incluir también a los llamados servicios, al transporte, a las prestaciones de salud, educación, investigación científica, desarrollo cultural, defensa, etc.



Solamente no están incluidos los sectores parasitarios: los que únicamente consumen, como Nisman. El remate de la breve historia de este agonista va formado un remolino que a no pocos absorberá para siempre. «¡Qué suerte para la pobre familia [latinoamericana]!»4





Notas:




4 Parlamento de la obra teatral En familia, del dramaturgo rioplatense Florencio Sánchez, en oportunidad de fallecer un personaje fullero.

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