Hoy
publicamos dos notas distribuidas por la Agencia Latinoamericana
de Información ALAI. La primera, “Quieren apoderarse de nuestros recursos”, es del
periodista y docente uruguayo Aram Aharonian, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia y
presidente de la Fundación para la Integración
Latinoamericana.
De la
segunda, que lleva el título “Avionazo, provocación armada, una guerra que
huele a gas y sabe a petróleo”, es autor Salvador González Briceño, mexicano,
quien ejerció la dirección del diario El
Día y actualmente lo hace con la revista Reporte México.
En
los momentos que vivimos en todo el mundo debemos decir que nos complace la
constatación de la existencia de tantos lectores de este blog en los países
sureños y norteños de América (Estados Unidos, por ejemplo), especialmente en
el Cono Sur donde se destacan Uruguay y Argentina, y en países de continentes tan
alejados geográficamente como, entre otros, Alemania, China, España, Francia,
Malasia, Nigeria, Rusia y Ucrania. A todos quienes abren estas páginas
saludamos con suma cordialidad y la convicción de que la victoria será de los
pueblos, encomendándoles que recomienden estas lecturas a compañeras,
compañeros y amigos.
Quieren apoderarse de
nuestros recursos. Buitres y desestabilizadores mediáticos
por Aram Aharonian
Todas las luces de alarma permanecen encendidas en el norte
y en el sur del sur. Se han intensificado campañas para desestabilizar
nuevamente en este 2014 a
los gobiernos de Venezuela y Argentina, en experiencias que bien pueden ser
replicadas en cualquier otro país latinoamericano cuyos recursos naturales sean
apetecidos por las potencias centrales. Hoy se ataca en dos flancos: a
Argentina en lo financiero y a Venezuela en lo social, económico y militar
La creciente y orgánica participación de los medios de comunicación –nacionales
y extranjeros– cartelizados, en la preparación y el desarrollo de las guerras y
planes desestabilizadores liderados y promovidos por y desde Estados Unidos los
ha llevado a convertirse en verdaderas unidades militares. Si hace cuarenta
años necesitaban de ocupación militar o gobiernos de facto para imponer su
proyecto imperial, hoy el escenario de guerra es simbólico y les basta con el
control de los medios hegemónicos.
Roberto Savio, mítico fundador de Inter
Press Service, recuerda que en 1981 Ronald Reagan llegó a la presidencia de
Estados Unidos y, hábilmente auxiliado por la primera ministra británica
Margaret Thatcher, fue cambiado el concepto de las relaciones internacionales,
hasta entonces basadas en la idea de la cooperación internacional. Reagan
desdeñó el movimiento ecologista, al declarar: «Los árboles causan más contaminación
que los automóviles».
Redujo los impuestos a los ricos aseverando que estos «producen riqueza, los
pobres la utilizan». Thatcher se hizo eco: «... no hay tal cosa como la sociedad. Hay hombres
y mujeres, individualmente».
Y desde entonces comenzó la caída de la ONU y de la idea de desarrollo y
solidaridad internacional para sustituirla por la consigna, «comercio, no
ayuda». El Consenso de Washington, que abogó por el desmantelamiento del Estado
de Bienestar y la reducción al mínimo del espacio público, fue impulsado en
todo el mundo por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
gobierno estadounidense.
En 1991, en ocasión de la
primera Guerra del Golfo ya el Pentágono había logrado
convertir el conflicto en espectáculo para las grandes masas de televidentes a
nivel global, difundiendo mentiras, medias verdades y tergiversaciones, que
años después de consumarse los hechos, vinimos a corroborar que eran falsedades
convertidas en verdad única, mensaje único, imagen única.
En 1982, los británicos habían aplicado la férrea censura de prensa y la verdad
oficial cuando el conflicto con Argentina en el Atlántico Sur, experiencia que
sirvió para su aplicación posterior en Granada, Somalia, Irak, Afganistán, y
muchas otras regiones. Este mismo tipo de acciones ha venido acechando en los
últimos años a gobiernos progresistas, con actos desestabilizadores y golpes de
Estado, mediáticos para unos, suaves para otros. Pero siempre duros para
nuestros pueblos.
Tras la caída del Muro de Berlín, llegó la globalización y sus resultados: los
300 más ricos del mundo tienen la misma riqueza que tres mil millones personas.
En el último lustro, las tres cuartas partes (75%) de toda la riqueza producida
han estado yendo al 1% de los ya inmensamente ricos.
Este cambio de valores ha hecho que hoy gastemos más per cápita en publicidad que en educación; que las instituciones
políticas hayan perdido la visión y la ideología para convertirse pragmáticas
(utilitarias), con cada vez menos participación de la gente; que el mundo de
las finanzas se haya apoderado del mundo de la producción en términos globales
(un billón de dólares al día en la producción, cuarenta billones de dólares en
transacciones financieras); que ahora tenemos apologistas de una "nueva
economía", que conceptualizan el desempleo estructural como una necesidad.
Venezuela
Como cuando el golpe de estado de 2002 y el posterior sabotaje petrolero, en
2014, el frente de la derecha latinoamericana y mundial –incluyendo el Gobierno
de Estados Unidos y otros de la Unión Europea– tomó protagonismo activo en sus
ataques mediáticos contra la Venezuela, el mayor reservorio de hidrocarburos
del mundo. Trasnacionales y burguesía nacional van tras el mismo botín:
apoderarse de la renta petrolera en manos de un Estado, que ha invertido
(parcialmente) en inclusión social.
La respuesta del gobierno venezolano a estas matrices terroristas mediáticas ha
sido reactiva y no proactiva, propositiva, informativa. Ha estado basada en la
“denunciología” (propia de una etapa de resistencia y no de construcción) y
preocupación por la solidaridad pasiva. Fueron mensajes inundados por
consignas, solicitadas (que nadie lee y otros, en el norte, archivan en sus
bases de datos), lamentos... inmovilismo.
La falta de fuentes de información veraces, oportunas y convocantes (para
todos) facilita el trabajo de la derecha de imponer imaginarios colectivos, a
través de una prensa –radios, medios cibernéticos fijos y móviles, televisoras,
diarios, revistas– totalmente cartelizada detrás del mensaje único, producido
por las usinas en el exterior.
El potencial ofensivo y el arsenal del terror mediático es de temer: “Andiarios”
agrupa a cincuenta y tres periódicos en Colombia; “Grupo Diarios de América”
está compuesto por once diarios del continente y el grupo “Periódicos Asociados
Latinoamericanos” está conformado a su vez por otros dieciocho grupos
editoriales de once países de la
región. Es prácticamente toda la artillería mediática de la
derecha –a la que hay que sumar sus redes en cada país– en ataque coordinado,
cartelizado.
Sin tapujos, Nora Sanín, que dirige la asociación de prensa “Andiarios” y
lideró esta campaña, señaló a la revista colombiana Semana: «Nosotros estamos haciendo política. Y está bien que la
hagamos, pues nuestra causa es defender un derecho universal: la libertad de
expresión».
Los grandes medios comerciales de comunicación han incautado la libertad de
expresión y la han, precisamente, aprisionado para usarla como rehén. Ante ese
poder los individuos no valen nada. Los medios se han vuelto despóticos y
despiadados, como nunca lo llegó a ser reyezuelo o dictadorzuelo alguno. Una
vez que acusan-condenan no hay modo de apelar ante nadie.
Hay otros elementos que surgen concomitantemente. Uno, las presiones, no sólo
de los esperables sectores que intentan la restauración neoliberal, sino de la
socialdemocracia europea (en especial francesa) y latinoamericana, para
abandonar “la locura” del camino hacia el socialismo y, dos, las presiones para
que la diplomacia del Vaticano tenga protagonismo en el diálogo entre sectores
enfrentados, lo que ha despertado la indignación de varios movimientos sociales
a nivel regional.
Los think tanks y las agencias
publicitarias contratadas para el golpe contra el gobierno del presidente Nicolás
Maduro, con apoyo de ONG ultraderechistas como “Optor” pusieron en marcha una
campaña con fotos de grupos de opositores formando la palabra SOS, que tras
su prueba en Venezuela bien podrá ser usado en cualquier otro país de la
región, como sucediera en Bolivia, Ecuador, Honduras y Paraguay con los remakes
del golpe mediático de 2002.
La campaña, fue ampliamente difundida por las grandes trasnacionales de la
información: CNN y Fox News en EE.UU., El País, ABC y La Vanguardia en España; y los miembros
del “Grupo Diarios de América” en nuestra región. Es herramienta para la
consolidación mediática de un imaginario colectivo de violencia, enfrentamiento
e ingobernabilidad, mientras trata de generar cansancio, desasosiego y zozobra
en la
ciudadanía.
El terrorismo mediático contra Venezuela se ha
internacionalizado, cartelizando a más de ochenta periódicos de la Sociedad Interamericana
de Prensa y los cinco megamonopolios mediáticos del mundo, con su “verdad
única” de manipulación y falsedades. Es apenas un ensayo aplicable a cualquier
otro país de la región.
Para aclarar: en Venezuela operan hoy 2.896 medios, de los
cuales 2.332 (65,18%) son privados, y apenas el 3,22% del sector oficial. El
resto, del sector comunitario-alternativo.
Hace cuarenta años en América latina se necesitaban fuerzas armadas para
imponer, a través del terror, un modelo político, económico y social. Hoy no
hacen falta bayonetas ni tanques: alcanza para ello con el control del aparato
mediático. La guerra es “simbólica”, y más efectiva que una ofensiva militar.
Es el bombardeo permanente de mentiras, manipulaciones, mensajes e imágenes que
van imponiendo un imaginario colectivo que facilita la reimposición de los
modelos neoliberales.
Es un Plan Cóndor simbólico. ¿Estamos preparados para enfrentarlo o nos
conformaremos con la mera denuncia?
Argentina
Esta historia vuelve a repetirse, en el sur del sur. La “Red de Observatorios
Universitarios de Medios” de Argentina ha puesto en evidencia la forma en que
el conglomerado periodístico que encabezan el “Grupo Clarín” y “La Nación” –seguido
de un ejército de expresiones informativas dependientes de ellos y que apuntan a
la desestabilización en torno tópicos económicos y sociales–, tratando de crear
escenarios de temor e incertidumbre.
La Red alerta sobre la meditada estrategia desplegada por los grupos mediático
concentrados y cartelizados para desacreditar al Gobierno y crear las
condiciones de manipulación social necesarias e imprescindibles para llevar
adelante un golpe económico o de mercado contra las instituciones y la
Constitución, y señala que «la sociedad debe estar alerta ante hechos que
podrían traducirse en una ofensiva desesperada y aventurera de los sector más
conservadores del privilegio, históricos violadores del Estado de derecho».
Hoy Argentina afronta nuevamente una extorsión financiera sin precedentes. Los
especuladores que compraron bonos de la deuda por cuarenta y ocho millones de
dólares lograron en Nueva York una sentencia de cobro por mil quinientos
millones. Este fraude retrata cómo funciona el capitalismo actual, sistema que
empuja a nuestros países a más y más padecimiento. Los buitres se disponen a
repetir el mismo despojo que ya realizaron en otros lugares como Perú y
amenazan a toda la
región.
Aunque el escenario afecta ahora a Argentina, deja bajo las
garras de estos rapaces cualquier deuda soberana. En 2014, la deuda representa
104% del Producto Bruto en EEUU, 93% en España, 132% en Italia, 129% en
Portugal, 78% en Alemania, 175% en Grecia, 123% en Irlanda, 90% en Reino Unido.
El precedente de este fallo judicial va mucho más allá del perjuicio contra
Argentina, y pone en riesgo cualquier futura reestructuración de deuda
soberana. Con la mirada puesta en la periferia europea, si se aplica el fallo
de Griesa, ¿qué motivos y garantías tendrían los bonistas para aceptar una
quita y extensión de los plazos de pago si este puñado de especuladores
terminara cobrando por vía judicial el total del importe y en efectivo? Por
otro lado, la aplicación del fallo reduciría la seguridad jurídica y la
reputación de Nueva York como plaza financiera.
A nadie ha extrañado que los medios hegemónicos argentinos hayan manejado la
información y opinión para cooptarse con la posición de los acreedores,
denigrando y tratando de ridiculizar la posición de su país, Argentina, en el
diferendo, e invisibilizando o minimizando la información referente a los apoyos
solidarios recibidos de todos los países latinoamericanos y caribeños, del
Grupo de los 77 (más de 120 países emergentes más China), y de los BRICS, entre
otros.
Su apuesta ha sido la de crear zozobra en la población ante una “inminente”
corrida bancaria y cambiaria, ante el embargo de los activos petroleros
nacionalizados…
El verdadero problema es que ese “periodismo” se ha convertido en tan sólo un
espejo de nuestro tiempo, abdicando de cualquier función social, para limitarse
a ser un abastecedor de la información como una mercancía. Nuestros tiempos
están marcados por el neoliberalismo, y los vicios como la codicia y el
individualismo, se han convertido en virtudes, exaltadas desde Hollywood por la
homogeneización de los medios de comunicación.
El concepto de terrorismo mediático no parece exagerado si se lo relaciona con
un entramado de estrategias políticas, económicas, sociales y psicológicas que
buscan crear realidades ficticias, miedos colectivos y convertir mentiras en
verdades que permitan manipular a la sociedad de acuerdo al conflicto y al
enemigo en cuestión.
La llamada “propaganda negra” no es otra cosa que la construcción de unos
nombres, de unos relatos, de unas categorías, de unas imágenes que ordenan los
acontecimientos a partir de un eje de destrucción del otro. Ese proceso se hace
ocultando la verdad y sobre todo mintiendo acerca de ella, señaló Florencia
Saintout, decana de Comunicación de la Universidad argentina de La Plata en el
diario Página 12.
A la espera de las primeras definiciones importantes del juez neoyorquino
Thomas Griesa, los fondos buitres volvieron a desparramar por los medios la
posibilidad de que la Argentina ingrese en un default a partir del 30 de julio y posaron su anhelante mirada
sobre los incalculables recursos energéticos que posee el país en Vaca Muerta,
en el sur del país.
La “American Task
Force Argentina” (AFTA), el principal fondo buitre en conflicto con Argentina,
publicó una segunda solicitada (aviso pago) en los diarios Clarín, La Nación y El Cronista en la que resume su posición
contra el país. En su comunicado, los fondos buitre afirmaron que la Argentina
está «al borde del default», que sería «catastrófico» que eso sucediera, y responsabiliza
a «los líderes» del país por no «sentarse a negociar».
Es más, las autoridades de la
“American Task Force Argentina”, Robert Shapiro y Nancy
Soderberg, concretaron el ansiado encuentro con periodistas de La Nación, Clarín, Perfil e Infobae, a quienes agasajaron con un
“almuerzo de trabajo” en el Hotel Palacio Duhau Park Hyatt, Buenos Aires, de
Recoleta.
En el plano internacional, cosechó mucha repercusión un reciente artículo del
economista del George W. Bush Institute, Bernard Weinstein, un acérrimo
defensor de la liberación del mercado energético y del fracking, publicado en Investor
Business Daily.
Bajo el título “Argentina: al borde del default”, Weinstein plantea sin
eufemismos que el país posee una de las reservas todavía no desarrolladas de
petróleo más grandes del planeta, valuada en 250.000 millones de dólares. Pero que
si cae en cesación de pagos se podrían caer los recientes acuerdos firmados con
compañías hidrocarburíferas, como Chevron, que implicó una inversión de 1600
millones para este año y hasta 15.000 millones en un futuro. «Como Chevron,
otros inversores extranjeros probablemente podrían esperar o pedir condiciones
más favorables para participar», sostuvo el especialista conservador.
Weinstein se opuso abiertamente a la recuperación de la estatal petrolífera YPF
y planteó en otros escritos la posibilidad de dictar leyes para prohibir
futuras nacionalizaciones y aplicar contratos con empresas extranjeras que
duren más de cincuenta años, para protegerlas de embargos ordenados por el
gobierno argentino.
Ante este escenario, el economista y catedrático argentino Agustín D`Attellis
remarcó que el objetivo de los buitres y la ATFA es claro: «Van por Vaca
Muerta, y lo hacen pretendiendo asustar con la posibilidad del default técnico».
«Se trata, en definitiva, de presentar un escenario apocalíptico para realizar
un negocio privado porque además, tanto los fondos como este economista, gritan
a quien quiera oír, la importancia de por ejemplo, desregular los mercados
energéticos», agregó el profesional a la prensa.
Muchas veces los medios toman como “palabra santa” las
recetas de ciertos economistas pero no informan a qué intereses responden. Tal
es el caso de Claudio Loser, un ex funcionario del FMI y lobista del “Instituto
para el Diálogo Interamericano”, organización que promueve los intereses de EE.UU.
en América Latina, que asesora y colabora con los fondos buitre contra su
propio país. En la televisión argentina Loser destacó que «Se acabó la fiesta
[en Argentina] llegó el momento de la verdad, ninguna solución va a ser fácil.
Pero [hay que hacer] un tipo de ajuste ordenado».
La Argentina publicó una solicitada en el diario más influyente de Francia, el
vespertino Le Monde, como ya había
hecho en los principales diarios de Estados Unidos (The Wall Street Journal), Reino Unido (The Times y Financial Times),
Alemania (Frankfurter Allgemeine Zeitung)
y España (El País).
En tanto, no tienen empacho alguno en fustigar, tergiversar, digitar y hasta
mentir en relación a lo que ocurre en Argentina y Venezuela, los mismos
medios hegemónicos pueden determinar que “no es noticia” el hecho que los
grandes bancos internacionales, también grandes avisadores de sus
publicaciones, sean multados en centenas de millones de dólares por
actividades fraudulentas y sigan operando como si nada hubiera pasado.
Cada mes, los bancos son multados en decenas de millones de dólares por
actividades fraudulentas, pero esto ya no es noticia para los medios
hegemónicos, muchos de ellos propiedad de estos mismos bancos. Para salvar a
los bancos, los europeos han gastado unos mil dólares por habitante. En 2012,
sólo en España, salvar a los bancos fue más caro que la asignación anual en
educación y salud.
Estos medios cartelizados por supuesto que tampoco dimensionan la gravedad
del hecho de que esos mismos bancos y grupos financieros privados
estafadores reciben ayudas públicas multimillonarias a libro cerrado,
denominadas con el eufemismo de “salvatajes”. Lo cierto es que no hay voluntad
para resolver ni un solo problema global, desde el medio ambiente al hambre,
desde el desarme nuclear a la inmigración, hasta los controles sobre el capital
a paraísos fiscales, donde está depositado diez veces el capital necesario para
resolver el hambre, la salud y la educación en todo el mundo.
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Avionazo, provocación armada, una guerra que huele a gas y sabe a
petróleo
por Salvador González Briceño
http://alainet.org/active/75572
De confirmarse que fue derribado el Boeing 777 de la ruta Ámsterdam-Kuala
Lumpur con 298 personas a bordo, el pasado jueves 17 de julio en la parte
suroriental de Ucrania, donde continúa la ofensiva militar contra la población
civil pro-rusa desde el arribo al poder del presidente Piotr Poroshenko –señalado
títere pro occidental y pro estadounidense–, bien cabe el calificativo de
“provocación insólita” de Fidel Castro.
¿Por qué? Se trataría del primer intento, calificado de peligrosísimo, de
“internacionalizar” el conflicto. Y la finalidad es clara: para señalar, como
se ha venido haciendo reiteradamente, a Rusia y al presidente Vladimir Putin de
ser los responsables de una guerra que huele a gas y sabe a petróleo. Ahora con
otros alcances, puesto que se estaría involucrando a otros países para meterlos
en el embudo de una guerra claramente pro-estadounidense y de sus aliados;
mejor dicho, de sus intereses.
Una parte importante de la prensa internacional está dándole este enfoque al
“accidente” del avión de Malaysia Airlines, con la clara intención de insistir
en el señalamiento antedicho. Pero el análisis de la noticia enfoca sus
baterías hacia el origen geopolítico de la misma guerra. Es decir, que se trata
de un atentado orquestado desde occidente para minar a Rusia y arrebatarle los
controles regionales que resultan estratégicos, tanto por las reservas energéticas
como por los flujos de petróleo y gas hacia la Unión Europea.
Puede haber otras, pero éstas son las más sobresalientes.
Veamos algunas características del mencionado incidente, o mejor dicho
“atentado”.
No sólo porque lo haya dicho el Primer Ministro de la República Popular
de Donetsk, Alexander Borodái, pero “las autodefensas” carecen de armas capaces
de derribar un avión que vuela a diez kilómetros de altura. Además, dicha
milicia encontró y puso a disposición de representantes de organismos
internacionales una de las dos cajas negras de la aeronave, y se mostraron
dispuestos a declarar una tregua de tres días para que se investigue el origen
de la catástrofe.
¿Esa misma disponibilidad la tiene el Ejército ucraniano de Poroshenko? De ser
el caso, además, tendría que hacer varias aclaraciones antes que apresurarse a
señalar culpables por el derribo del avión malayo. Por ejemplo, según el
presidente del Comité Interestatal de Aviación de Rusia, Alexéi Morozov,
Ucrania es la responsable de investigar las causas de la caía del avión. Cómo
es que se pretende señalar a los pro-rusos, si las autodefensas no poseen el dichoso
sistema de misiles Buk o S-300. Ningún sistema Buk, ningún otro tipo de armas
ha entrado a Ucrania desde Rusia, dijo un representante oficial del Ministerio
de Defensa de este país. ¿Por qué los controladores aéreos ucranianos ordenaron
a los pilotos del avión descender a la altura en la que luego fueron
derribados?
Los cuestionamientos, en diez puntos –cito algunos–, del viceministro de
Defensa ruso, Anatoli Antónov, a sus colegas ucranianos, sirven de fondo: ¿En
qué basan su acusación de responsabilizar a las autodefensas ucranianas? ¿Cómo
usa y para qué tiene en esta zona del conflicto el sistema de misiles
tierra-aire, Buk? ¿Por qué no se forma la comisión internacional ya, además del
inventario de los misiles en su poder? ¿Por qué el servicio de Seguridad de
Ucrania empezó a trabajar con las grabaciones de las comunicaciones entre los
controladores aéreos de Ucrania y la tripulación del Boeing, así como con los
sistemas de almacenamiento de datos de radares ucranianos, sin esperar a los
investigadores internacionales? Las indagatorias son previas a las acusaciones,
¿que no? Pero EE.UU., Francia y Alemania ya acusan a Rusia.
Ése es el intento de “internacionalizar” un avionazo por
aclarar.
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