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lunes, 28 de octubre de 2013

Argentina: elecciones 2013 y lo que viene, por Julio C. Gambina



Buenos Aires, 28 de octubre de 2013

El autor, Julio C. Gambina, es presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP http://www.juliogambina.blogspot.com
Este artículo fue distribuido por ALAI – América Latina en Movimiento

Cuidado del texto ahora publicado: Gervasio Espinosa

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Con esta elección se cumplen treinta años de gobiernos constitucionales, entre 1983 y 2013. Ahora se abre una nueva década con la expectativa de un nuevo turno presidencial en el 2015. En estas elecciones de medio turno se inició el proceso político de agrupamientos y referencias para discutir la gestión del capitalismo local en el periodo de 2015 a 2019.

En el medio, restan dos años de presidencia de Cristina Fernández y muchas incógnitas, especialmente en materia de política económica. Luego del holgado triunfo de 2011 (54 % de los votos) se anunció una “sintonía fina” que no terminó de consolidarse, y que esencialmente suponía un ajuste fiscal sostenido en la baja de los subsidios a los servicios públicos y otras medidas de contención del gasto. El interrogante, ahora con una votación que ronda el tercio de los votos, es cómo, cuánto y cuándo se retoma esa política económica sugerida hace dos años.

Son variados los temas sobre los que existen expectativas cruzadas de diferentes sectores sociales. Una cuestión remite a la aceleración de los precios, base de un conflicto social en ciernes, especialmente con el anuncio de un paro nacional con movilización lanzado para el próximo 20 de noviembre por las organizaciones sindicales CTA y CGT. Obviamente que las patronales pretenden contener la demanda de mejoras en los ingresos populares, apuntando a disminuir las pretensiones salariales en las negociaciones paritarias de este fin de año y del próximo. Otra cuestión en la misma línea alude al precio del dólar y en general de las divisas, disputadas por el gobierno y los sectores hegemónicos. El turismo hacia el exterior puede significar una salida superior a los 10.000 millones de dólares anuales, y la factura de importación de combustibles puede alcanzar los 13.000 millones de dólares. Si a eso sumamos las cancelaciones de deuda, acrecentadas con el reconocimiento de las sentencias del CIADI, la situación es preocupante y se asocia a la evolución del tipo de cambio.

Lo más probable es que se mantenga el ritmo de devaluaciones recurrentes para evitar el alejamiento del paralelo y, en todo caso, se potenciarán las restricciones a la compra venta de divisas, los límites a las importaciones y la penalización a la operatoria en divisas. La cuestión fiscal pasa a ser relevante, y con el presupuesto aprobado y la capacidad legislativa que supone mantener mayorías legislativas del partido de gobierno, todo se reducirá a la orientación que lleve adelante el poder ejecutivo en materia de asignación y reasignación de partidas, con especial incidencia en las provincias y en los municipios.

Vale la mención a los estados provinciales y municipales porque el Frente para la Victoria, el partido de gobierno, se mantiene como primera minoría electoral y con quórum propio en las cámaras de Diputados y de Senadores. Pese a ello, se ratifica un resultado adverso en los principales distritos electorales, casos de la Provincia de Buenos Aires y la ciudad autónoma homónima, de Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En rigor, en 14 distritos disputó entre el segundo y el cuarto lugar, manteniendo la preeminencia en 9 provincias. La cuestión federal será un tema de interés para la disputa en los años venideros hacia la definición por un nuevo turno de gobierno en la Argentina del 2015 al 2019.

En este sentido “federal” se juega el oficialismo y también la oposición sistémica para dirimir candidatos presidenciables. Es una oposición que disputa la gestión del capitalismo local. Sea el intendente Massa (Tigre) ganador de las elecciones bonaerenses; el gobernador Scioli, que carga sobre sus espaldas la derrota en el mayor distrito electoral (Buenos Aires); Urribarri (Entre Ríos) que aspira a ser delfín del cristinismo; o Cobos (Mendoza), Binner (Santa Fe) o De la Sota (Córdoba), ganadores en sus provincias.

Insisto con el concepto de gestión del capitalismo, porque en esta campaña y en los primeros mensajes de balance electoral no se escuchó una sola voz para modificar el rumbo del modelo productivo y de desarrollo, solo orientaciones para corregir lo que se considera falencias en las decisiones de una inserción virtuosa en el capitalismo global en tiempos de crisis.

El dato novedoso es la elección de la izquierda, sea la tradicional de los partidos trotskistas, como las nuevas experiencias de agrupamientos políticos visibles desde la crisis del 2001, especialmente en Buenos Aires, la Capital Federal y Santa Fe. Entre todos alcanzan el millón y medio de votantes y el trotskismo incorpora tres diputados nacionales.
Existe la posibilidad de conformar unidad de acción legislativa con otros bloques y actuar como referencia de las movilizaciones y dinámica de la protesta social.

Balance de tres décadas

La primera década se construyó desde la esperanza por la recuperación y vigencia constitucional (1983) hacia la institucionalización de una reestructuración regresiva del capitalismo local desde 1987 y 1988 y, especialmente, en el turno presidencial desde 1989. Claro que queda el saldo de los Juicios a las Juntas Militares que empujó la lucha de la sociedad por los derechos humanos y que explican la continuidad de un enjuiciamiento que no tiene fin desde la presión y demanda del movimiento popular.

La segunda década pasó de la consolidación del aperturismo económico, la inserción internacional subordinada, la flexibilidad laboral y las privatizaciones, de la “sojizacion” y la mega minería a la crisis del 1999 - 2003. En esa etapa Duhalde se propuso “recomponer el orden” que la rebelión popular había desarticulado. La cuestión del poder volvía a ser central en la discusión de la Argentina y por eso urgía “imponer el orden” para volver a la normalidad del capitalismo.

La tercera década empezó con la propuesta de Kirchner de “reconstruir el capitalismo nacional” y termina sin modificar la extranjerización económica, el poder de las transnacionales de la biotecnología y la alimentación en la concentración sojera y productiva exportadora; la mega minería, el poder de la banca transnacional, las terminales automotrices; la hipoteca de una deuda pública en crecimiento y acuerdos con el FMI y el Banco Mundial, con anuncios de arreglos en el CIADI y el Club de París.

En tres décadas gobierna y legisla una constelación de partidos y grupos que tiene en la cúpula al PJ y la UCR, que aun desdibujados (expresión de la crisis política) colectan votos de la sociedad.

Si algo hace falta es construir alternativa política de izquierda. La base electoral no es desdeñable y debiera expresarse en acciones de unidad legislativa y especialmente en el ámbito del movimiento popular y las acciones de crítica y resistencia callejera, con organización popular.

Tanto en la Argentina como en la región se discute el cambio político iniciado con el nuevo siglo. El debate es sobre el rumbo y la clave está en la capacidad del movimiento popular para desplegar iniciativa política desde una subjetividad contra el orden capitalista, que establezca límites a la continuidad de la ofensiva del capital sobre el trabajo y la naturaleza y se pueda gestar una nueva experiencia de organización social, económica, política y cultural por la emancipación.

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