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jueves, 7 de marzo de 2013

¿Poschavismo? ¡La Fundéu!



Me avisó mi hermano Pedro, ayer, apenas un día después del fallecimiento de Hugo Chávez, que un mensaje distribuido mediante correos electrónicos por la Fundéu BBVA (Fundación del español urgente), hacía su “recomendación urgente del día” con el título de “Poschavismo mejor que postchavismo”:



Poschavismo, mejor que postchavismo, es el término apropiado para referirse a la etapa política que se abre tras el fallecimiento de Hugo Chávez.



Con motivo de la muerte del mandatario venezolano, se observa vacilación en los medios informativos respecto al modo de denominar al periodo posterior al mandato de Hugo Chávez: «Un panorama del post-chavismo», «El pos chavismo», «Las Fuerzas Armadas se revolverán contra cualquier intento de restarles poder en la era del postchavismo»…



En este sentido, la Ortografía de la lengua española recomienda emplear la forma simple pos-, mejor que post-, y señala, en cualquier caso, que el prefijo ha de escribirse unido al sustantivo al que se incorpora, sin espacio ni guion intermedio, por lo que se desaconsejan las formas post chavismo, post-chavismo, pos chavismo y pos-chavismo.



Así pues, en los ejemplos anteriores lo más apropiado habría sido escribir «Un panorama del poschavismo», «El poschavismo» y «Las Fuerzas Armadas se revolverán contra cualquier intento de restarles poder en la era del poschavismo».



Este mismo criterio es aplicable a poschavista, mejor que postchavista.



A Pedro y a mí nos llamó la atención la celeridad, en esta oportunidad, en considerar los usos del prefijo “pos” o “post” según la estructura de las palabras compuestas que forma, una cuestión ya vieja en el “idioma de Cervantes” y que en ningún otro caso, que tengamos noticia, tuvo tan apuradas consideraciones incluso de la propia y tres veces centenaria Real Academia Española (siquiera cuando las más cercanas muertes de Carlos Marx, José Martí, Vladimir Lenin, León Trotsky, Ernesto Guevara, Juan D. Perón o Mao Tse Tung, citando sólo a algunos protagonistas del devenir histórico cuyos apelativos han sido incorporados a sustantivos y adjetivos de generalizado uso).



La Fundéu, se define en su sitio de Internet, es “una institución sin ánimo de lucro que tiene como principal objetivo impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación”. Fue fundada en 2005 a iniciativa de la agencia de noticias del Estado español, EFE, y con apoyo económico del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). Tiene un equipo de conducción, la Fundéu, de más o menos una docena, entre mujeres y varones, de lingüistas, lexicógrafos, correctores de estilo, ortotipógrafos y periodistas, los más de ellos muy probablemente investigadores o docentes académicos. Es de destacar que quienes trabajamos con palabras recurrimos con frecuencia a sus análisis técnicos y recomendaciones.



Según la Wikipedia, la constitución del BBVA ha sido producto de las políticas de privatización de entidades financieras públicas españolas (el Grupo Argentaria) y posteriores fusiones con otras ya privadas impulsadas por el neoliberalismo capitalista desde las décadas de 1980 y 1990, la corporación bancaria tiene participación en entidades financieras de más de treinta países, ciento diez mil empleados, treinta y cinco millones de clientes y uno de accionistas, pero sin discriminar las potencialidades decisorias de cada uno de estos. 



¿Poschavismo?



Cuando Pedro, ayer, me anotició de la recomendación que hacía la Fundéu, lo primero que se me ocurrió fue tomar en cuenta la prontitud con que sus integrantes cuyos honorarios (para no llamarlos meros salarios) paga la corporación bancaria aludida, intervenían de manera colateral en una cuestión eminentemente política y de interés mundial a la que, en y desde Miami también, algunos con entusiasmo quieren poner en directa relación con la popular sentencia que dice que muerto el perro se acabó la rabia.



Mi hermano, entonces, en el intercambio de mensajes que hicimos, aportó interesantes reflexiones que enfrentan las recomendaciones banco-dependientes  (“categoriales” diría sobre éstas algún fanático divulgador de neologismos “progresistas ma non troppo”). Me escribió que, en vinculación con el pertinente uso académico que se hace con los calificativos de marxiano y marxista, desde ahora, luego del lamentable fallecimiento de Chávez, también podrían emplearse según los casos los sufijos –ismo, -ista y el que toma la forma –iano (ver DRAE), formando sustantivos o adjetivos, según corresponda: chavismo, chavista o chaviano.


Casos registrados en el Diccionario usual de la lengua española (DRAE) que sirven como antecedentes son el sustantivo “marxismo” (“Doctrina derivada de las teorías de los filósofos alemanes Friedrich Engels y Karl Marx, consistente en interpretar el idealismo dialéctico de Hegel como materialismo dialéctico, y que aspira a conseguir una sociedad sin clases”) y el adjetivo “marxista” (“Partidario de Karl Marx o que profesa su doctrina”, y también “Perteneciente o relativo al marxismo”). Un adjetivo “marxiano” no está registrado en el DRAE, pero sí lo está “martiano” (“Perteneciente o relativo a José Martí o a su obra. La doctrina martiana”, y “Con rasgos característicos de la obra de este escritor y político cubano. Un ideario muy martiano”).


Así pues, entonces, ¡que vivan el chavismo, lo chaviano y los chavistas! (Ya pueden los lexicógrafos, no hace falta urgencia, ir gestionando el registro de estos  vocablos.)

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