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lunes, 2 de abril de 2012

Los "tsunamis" uruguayos: de repente la desconfianza en los servicios médicos


La cosa venía incubándose y estalló con los enfermeros del Maciel y la Española. Según refirió el diario El País el viernes 30 de marzo, “Mujica sostuvo al inició de un audición radial en M24 que «es innegable que estamos padeciendo una especie de Tsunami en la confianza en los servicios médicos por esos episodios trágicos por todos conocidos»”1.

Nótese que el redactor del diario montevideano escribió que el presidente José Mujica hizo tal afirmación en “un audición” y no en “una”, o “en su audición radial”. La advertencia no es una exquisitez de caza gazapos2 sino que se hace para poner en suspenso, no digo duda, la fidelidad de la transcripción, ya que es una particularidad de ese medio pifiar, se ignora si por accidente o vocación. Un próximo tsunami quizá pueda ser de desconfianza en los medios de prensa. Antes de seguir conviene, además, aclarar que M24, en este caso, es una emisora radiofónica privada en frecuencia modulada, de Montevideo, que transmite en 97,9 megahercios.

Nuestro querido país rioplatense oriental, como sin duda también el occidental, viene sufriendo estas suertes de tsunamis periódicamente, claro está que esas olas gigantes no son de agua sino culturales, de conductas. Así como en la década de 1980 golpeó a los desprevenidos pero llenó de gozo a una capa de la sociedad la ola de los híper y las idas de shopping, en la década final del siglo XX y en la del inicio del XXI se actualizó el parque automotor. Desaparecieron brutalmente de las calles y carreteras los modelos “sesenta” y “setenta” e irrumpieron los autos armados en Argentina, Brasil o México y las motos chinas. Para las clases medias y las trabajadoras con ingresos relativamente buenos hay ya modelos 2000 de cuatro ruedas que les resultan accesibles. A la par la burguesía montevideana lograba ponerse en paridad con la argentina en la propiedad inmobiliaria de Punta del Este y otros balnearios oceánicos.

Llegaron entonces los todavía en acción tsunamis de muertes y traumas graves en colisiones, vuelcos y despistes, por un lado, y el de la violencia intrafamiliar por otro. Simultáneamente otra ola, felizmente, vale decirlo, trajo el respiro de los gobiernos progresistas.

Como se sabe, estas olas gigantes son reflejo de erupciones y movimientos en las profundidades: seísmos, sismos o terremotos… Temblores que brotan por las fricciones y los acomodamientos entre el arriba y el abajo. Los problemas con la salud pública no son de ahora sino que se vienen acumulando desde hace mucho tiempo, como los del ramo de la enseñanza, sean de la primaria o de la secundaria o “liceal”.

El efecto tsunami torna principal lo secundario o el efecto, en detrimento de la comprensión de las causas. Con la mentada “inseguridad ciudadana” pasa otro tanto. Un deporte nacional nunca en descenso ha sido la comparación exitosa: tenemos el país más natural, la gente más culta, la más moderna, respetuosa y tranquila y, en vinos, vamos segundos después de Burdeos… pero, de repente, no. 

Gervasio Espinosa (3 de abril de 2012)

Notas:
2 Corrección ortotipográfica. Gazapo: Mentira, embuste. Yerro que por inadvertencia deja escapar quien escribe o habla.

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